Ansiedad Infantil vs. Miedos Normales: ¿Cómo saber la diferencia?
Como madres, padres o cuidadores, siempre queremos proteger a nuestros hijos y acompañarlos en cada etapa de su desarrollo. Sabemos que ciertos miedos son una parte esperada del crecimiento: el temor a la oscuridad, a los ruidos fuertes, a separarse de sus figuras de apego o incluso a ciertos animales son comunes y, en la mayoría de los casos, desaparecen con el tiempo y la madurez emocional. Estos se consideran miedos normales, adaptativos y pasajeros.
Sin embargo, cuando ese miedo no desaparece, se intensifica o comienza a afectar la vida diaria del niño —interfiriendo en su aprendizaje, sus relaciones o su descanso—, es momento de observar con mayor atención. En esos casos, puede que estemos frente a un cuadro de ansiedad infantil. Esta se presenta de muchas formas: desde síntomas físicos como dolor de estómago, hasta evitación constante de actividades, berrinches frecuentes, apego excesivo o pensamientos repetitivos.
Distinguir entre ansiedad infantil vs. miedos normales puede ser difícil, pero hacerlo a tiempo marca una gran diferencia. Entender cómo se manifiestan estos estados, qué los provoca y cómo acompañar a nuestros hijos con herramientas adecuadas es clave para fortalecer su salud mental, su autoestima y su bienestar emocional a largo plazo.


¿Qué es la ansiedad infantil y cómo se presenta?
La ansiedad infantil en los niños es una respuesta de miedo o preocupación desproporcionada ante ciertas situaciones. Si bien es normal que todos los niños experimenten algo de ansiedad (por ejemplo, el primer día de clases o antes de un examen), la diferencia está en la intensidad y duración.
Algunos signos comunes incluyen:
La ansiedad puede tener múltiples causas, entre ellas:
Cómo ayudar a tu hijo a manejar la ansiedad
- Escucha activa: Pregúntales cómo se sienten y valida sus emociones sin juzgar. A veces, solo necesitan sentirse escuchados y comprendidos.
- Rutinas consistentes: Un ambiente predecible y organizado les da seguridad. Esto incluye horarios regulares para dormir, comer y estudiar.
- Enseña técnicas de relajación: Respirar profundo, practicar mindfulness o hacer actividades como dibujar puede ayudarles a calmarse en momentos de estrés.
- Fomenta el juego y el ejercicio: Ambas actividades ayudan a liberar tensión y mejorar el estado de ánimo.
- Busca apoyo profesional: Si la ansiedad interfiere con su vida diaria, considera acudir a un psicólogo infantil que pueda ofrecer herramientas personalizadas.
Un mensaje de esperanza
Es importante recordar que la ansiedad no define a tu hijo. Con apoyo, paciencia y las herramientas adecuadas, los niños pueden aprender a manejarla y desarrollar resiliencia para el futuro. Como padres, nuestra mejor herramienta es el amor incondicional y el esfuerzo por comprender lo que están pasando.
Estamos listos para ayudarte a construir un mejor bienestar emocional para tu hijo. ¡Hablemos cuando quieras!